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26 febrero 2010

El último que apague la luz

- Vamos, vamos saliendo que se cierra la muestra. En breve se apagan las luces. – Dijo una señora muy aseñorada, quien con prisa y a paso firme iba de una punta a la otra de la sala arriando al ganado.

- Pero yo no le tengo miedo a la oscuridad, ¿me puedo quedar? – Susurró él al oído de ella, mientras ambos miraban con atención unas postales realizadas por Liniers para del Tour de France.

17 febrero 2010

No es una cargada

- Me parece que me estás tomando el pelo
- ¿Quién, yo? ¡Jamás!

Imagínense si, literalmente hablando, alguien le tomara el pelo a otra persona. ¿Cómo sería la cuestión? Por empezar, engorrosa y hasta causaría arcadas, sobre todo si se tratara de una melena extensa, porque los pelos se pegarían a la garganta y picarían. Si fuera un cabello rizado, por ejemplo, ¿sería como comer fusiles o una pasta similar? ¿Y si tuviese caspa? Sería pelo sazonado con orégano, claramente.

Lo cierto es que la expresión tomar el pelo refiere cuando a alguien le están jugando una chanza, lo están engañando o como, dirían en el barrio, lo están jodiendo. ¿Alguno sabe de dónde es que nació la expresión o en realidad no tiene razón de ser y sólo se empezó a decir para tomarle el pelo a otra persona?

11 febrero 2010

Palabras de Tomás

A decir verdad nunca fui un fanático de Tomás Eloy Martínez. No soy tan ávido lector de novelas como debería serlo y tal vez por eso es que nunca haya leído alguna de las suyas. Sin embargo, su muerte ha provocado que se publiquen varios homenajes y uno de ellos cayó en mis manos: la edición especial que ADN publicó el sábado pasado. El suplemento de Cultura de La Nación se encargó de convocar a varias plumas para que escriban sobre él y, además, como parte del homenaje, publicaron cuatro artículos escritos por Tomás Eloy Martínez para el diario. Recomiendo los cuatro, en especial el dedicado a Susana Rotker, su mujer fallecida en un accidente de tránsito en el 2000.

Pero lo que nos convoca es el artículo Algo que García Márquez quizás haya olvidado, que cuenta los pormenores de una historia que no fue: el lanzamiento de un diario en Colombia. Resulta que en 1982, luego de recibir el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez quiso fundar un periódico y uno de los convocados para llevar adelante el proyecto fue Tomás Eloy Martínez. El diario se llamaría El Otro, pero nunca llegó a ver la luz porque el escritor colombiano estaba terminando de escribir una novela y no iba a poder ser de la partida por el tiempo que le insumía la escritura de su nuevo libro. Ergo, quienes estaban a cargo del lanzamiento no quisieron seguir adelante sin Gabo…

(…)Nos negamos. Trató de explicar lo que ya sabíamos: que no se puede escribir una novela y hacer un diario a la vez. Que para la novela él era imprescindible pero que al diario le bastaría con nosotros. Y la novela, nos dijo, ya no podía esperar: estaba mordiéndole las entrañas. Le replicamos lo que él ya también sabía: que el otro era él, y que no podíamos ponernos en el lugar de ese personaje.

Nos separamos al amanecer. Durante algún tiempo siguió llamándonos por teléfono para contar que había ordenado nuevos estudios de factibilidad y un plan alternativo de financiación, pero cada vez hablaba más de la novela. A fines de septiembre dijo que había encontrado el nombre perfecto para el viejo de su historia, Florentino Ariza, y a comienzos de octubre anunció, exultante, que por fin había dado con el título. Se llamaría El amor en los tiempos del cólera. Cuando leí al fin ese libro en la edición amarilla de Oveja Negra, supe que habíamos hecho lo correcto. El Otro hubiera sido un diario de tantos. La novela, en cambio, era única.

Ninguno de nosotros volvió a mencionar El Otro desde entonces. Fue una historia de amor, pero no de las verdaderas. Nunca es verdadera una historia de amor que no deja ninguna melancolía.

03 febrero 2010

Palabras más, palabras menos

Hace un tiempo desde Oído Sordo se lanzó una misiva en busca de rescatar algunas palabras que, vaya a saber uno por qué, habían caído en el ostracismo lingüístico. Con la intención de sacarlas del ocaso en algún momento repasamos algunas palabras que deberíamos utilizar más seguido. Sin embargo, mayor fue mi sorpresa al descubrir un sitio que se dedica a buscarle padrinos a vocablos que han caído en desgracia. Como decimos desde este humilde espacio: todo tiene que ver con todo.

En Reserva de palabras, de ellos estamos hablando, se encargan de salvaguardar la salud de vocablos que forman parte de la riquísima lengua española – aunque vale aclarar que también se apadrinan términos en català -. El proyecto surgió de la mano de dos escuelas de escritura, la Escuela de Escritores de Madrid y la Escola d'Escriptura del Ateneo Barcelonés, con la intención, según dicen en el sitio web, de compartir el patrimonio lingüístico y la memoria emocional asociada a ese patrimonio de cada uno de nosotros.

A pesar de vivir en una época de mensajes de textos y conversaciones vía MSN abreviadas hasta el hartazgo, un grupo de internautas hispanoparlantes demostró su intención de “salvar” a los vocablos e impulsó esta movida colaborativa. ¿Cómo participar del salvataje? Pues los visitantes pueden enviar pequeños relatos utilizando alguna de esas viejas palabras que usamos poco y nada y así poner en circulación aquellos vocablos que deberíamos utilizar más seguido. Desde este humilde rincón celebramos la iniciativa.

PD: Gracias a Lucas (a.k.a. Zorro), autor intelectual del post.

02 febrero 2010

Chicharrazo nocturno

Se supone que las chicharras cantan – o suenan, no lo tengo muy claro todavía - cuando hace calor, mucho calor. Por lo general se las escucha de día porque lógicamente el sol está en su máximo esplendor, ergo hace más calor. Sin embargo, ayer por la noche, a las 22:35, para ser más exactos, desde la comodidad de mi balcón, sito en el siempre coqueto barrio de Villa Luro, se escuchaba el dulce cantar de una chicharra.

Según TN – ese que dicen que miente – en esos momentos hacían 29º y una sensación térmica – otro de los grandes inventos argentinos – de 34º. Pero a no preocuparse amigos pues tal como lo demuestra este video en YouTube una chicharra puede ser utilizada como ventilador. No hay mal que por bien no venga, por eso en el próximo cantar chicharrense nocturno trataré de pescarla para que al menos me tire algo de airecito fresco.