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18 mayo 2013

Autopista al futuro


En una tarde sabatina de otoño los autos van como hormigas a vaya a saber uno dónde. Eso sí, siempre para adelante. Siempre apurados por llegar. Siempre.

05 mayo 2013

River, decime que se siente...

Son las doce del mediodía. Faltan cuatro horas para que jueguen Boca y River en la Bombonera. A lo lejos se escucha el bramido de una banda de forajidos cantando:

River, decime que se siente haber jugado el Nacional. 
Te juro que aunque pasen los años, nunca lo vamos a olvidar. 

Que te fuiste a la B, quemaste el Monumental, 
esa mancha no se borra nunca más. 

Che gallina sos cagón, le pegaste a un jugador, 
que cobardes los Borrachos del tablón.

¿Será el tren cargado con hinchas de Boca yendo para la cancha? ¿Y no se cruzarán con los de River en Retiro? Alto bardo se armaría.

La canción se repite y se escucha muy cerca. Cantan, pero no se alejan. Es como si gritaran acá atrás, en el patio del vecino. 

El griterío se corta abruptamente. 

No es la hinchada en vivo y en directo: es un video de YouTube a todo volumen. El vecino de atrás ya lo palpita como si estuviese en la popular, le da play y grita:

River, decime que se siente haber jugado el Nacional. 
Te juro que aunque pasen los años, nunca lo vamos a olvidar. 

Que te fuiste a la B, quemaste el Monumental, 
esa mancha no se borra nunca más. 

Che gallina sos cagón, le pegaste a un jugador, 
que cobardes los Borrachos del tablón.

Una y otra vez. 

Voy a comprar pan. Vuelvo y siguen el video y el vecino a todo volumen:

River, decime que se siente haber jugado el Nacional. 
Te juro que aunque pasen los años, nunca lo vamos a olvidar. 

Que te fuiste a la B, quemaste el Monumental, 
esa mancha no se borra nunca más. 

Che gallina sos cagón, le pegaste a un jugador, 
que cobardes los Borrachos del tablón.

Preparo la salsa para los fideos y el vecino sigue cantando:

River, decime que se siente haber jugado el Nacional. 
Te juro que aunque pasen los años, nunca lo vamos a olvidar. 

Que te fuiste a la B, quemaste el Monumental, 
esa mancha no se borra nunca más. 

Che gallina sos cagón, le pegaste a un jugador, 
que cobardes los Borrachos del tablón.

Cuarenta minutos cantando lo mismo. Gritando como si estuviese del otro lado del alambrado de la Bombonera. 

De repente, silencio.

Parece que el vecino se fue a almorzar.

****

Al final, Boca y River empataron uno a uno. Es decir, no ganó ningún de los dos. Pero son las siete y media de la tarde y el vecino sigue cantando:

River, decime que se siente haber jugado el Nacional. 
Te juro que aunque pasen los años, nunca lo vamos a olvidar. 

Que te fuiste a la B, quemaste el Monumental, 
esa mancha no se borra nunca más. 

Che gallina sos cagón, le pegaste a un jugador, 
que cobardes los Borrachos del tablón.

Me imagino de qué manera pide media docena de cañoncitos en la panadería del barrio.

03 mayo 2013

Pasá la Sube por acá


El ruido del motor del bondi descangallado taladra la cabeza de los pasajeros. El tipo del asiento atrás grita para que del otro lado del celular lo escuchen. Putea porque tiene el auto en el taller y tuvo que moverse en colectivo durante la mañana.

—El colectivo, el tren y el subte es de pobre. Me levanté a las 5 la mañana porque tenía que tomarme dos colectivos —y resopla—. Imaginate que con el auto estoy en cuarenta minutos. ¿Te das cuenta que sin el auto no puedo estar?

Del otro lado del teléfono está Yeni. Le hace preguntas preguntas sólo para molestarlo.

—¿Cómo voy a tener una Sube La última vez que subí a un bondi no existía la tarjeta. Soy de la época en la que los choferes cortaban los boletos de colores.

La calle tiene más pozos que asfalto, pero al chofer no le importa demasiado. El colectivero agarra una cuneta como si fuese la última vez y la unidad pega un salto. El bondi: no se partió al medio de causalidad. Los pasajeros nos agarramos de donde podemos.

El tipo del asiento de atrás sigue hablando por celular.

—Agarré la tarjeta de Luana y la pasé por todos lados. No sabía donde pasarla. Pensé que se

metía por la ranura de la máquina de monedas. Y vi que había otra máquina al lado que no había visto. El chofer me dijo : "apoyala acá". Y la pasé por todos lados hasta que enganchó.

Del otro lado de la línea Yeni se ríe y le dice que se parece a una vieja.

—No. Las viejas deben tener más idea que yo —y se ríe—.

El tipo del asiento de atrás le dice a Yeni que le tiene que cortar porque está por llegar.

El colectivero frena de golpe en Chacarita, abre las puertas del bondi y el malón baja. Los pibes que salieron de la escuela, las señoras que limpian casas, los cadetes de empresas, los jardineros, los albañiles, los estudiantes universitarios, los cajeros de supermercados, las jubiladas que van a visitar un muerto al cementerio, todos se pierden en la multitud. 

Entre todos ellos, está el tipo del asiento de atrás que un mediodía de mayo usó la Sube por primera vez.