La tapa de La Nación de hoy nos advierte sobre un “avance” de los Mapuches en el Sur. Invasión, tensión, radicalización, enfrentamiento, disputa y ocupación son las palabras que utiliza el matutino para referirse al reclamo de ese grupo aborigen en la provincia de Neuquén. Ya sabe señora, usted está alertada; póngase los ruleros, busque su mejor cacerola y salga a la calle a protestar que se viene el malón.
La nota firmada por Luis Moreiro detalla la preocupación que despierta en algunos sectores empresariales de la provincia patagónica, fundamentalmente el turístico, el crecimiento de los reclamos de los mapuches. Así lo señalan las palabras de Carlos Sapag, empresario y hermano del gobernador de Neuquén. Respecto a la situación de los mapuches Don Carlos afirma: “Son activistas que cuentan con apoyo de las FARC y relaciones con Batasuna, el brazo político de la ETA”. Además, detractores de la Confederación Mapuche acusan a dirigentes de esta entidad de estar infiltrados por activistas de izquierda que pretenden escindir el territorio de la Argentina. Doña Rosa, ¡se vino el zurdaje!
Por su parte, Daniel Salazar, definido por el periodista como un combativo lonko – cacique – de Aluminé señala en la nota que el Estado debe reconocerlos como pueblo ya que fueron una Nación y que no son una ONG ni un gremio; que por el contrario, poseen una cultura, un idioma y una forma de vivir diferente. No sea cosa que ahora a los mapuches se les ocurra acceder a una licencia de radiodifusión, ¿no?
Refresquemos la memoria. Allá por finales del 1800 Julio Argentino Roca comandó la mal llamada Campaña del desierto con el fin de conquistar el territorio en el que vivían varios pueblos aborígenes, entre ellos el Mapuche. El exterminio indígena fue prácticamente total y como resultado final los “ganadores” se repartieron la tierra arrasada. Como todo tiene que ver con todo vale recordar una de las tapas del año pasado de la Revista Barcelona que hacía referencia al conflicto entre el “campo” y el Gobierno Nacional y la triste historia de laconquista del desierto.
La nota firmada por Luis Moreiro detalla la preocupación que despierta en algunos sectores empresariales de la provincia patagónica, fundamentalmente el turístico, el crecimiento de los reclamos de los mapuches. Así lo señalan las palabras de Carlos Sapag, empresario y hermano del gobernador de Neuquén. Respecto a la situación de los mapuches Don Carlos afirma: “Son activistas que cuentan con apoyo de las FARC y relaciones con Batasuna, el brazo político de la ETA”. Además, detractores de la Confederación Mapuche acusan a dirigentes de esta entidad de estar infiltrados por activistas de izquierda que pretenden escindir el territorio de la Argentina. Doña Rosa, ¡se vino el zurdaje!
Por su parte, Daniel Salazar, definido por el periodista como un combativo lonko – cacique – de Aluminé señala en la nota que el Estado debe reconocerlos como pueblo ya que fueron una Nación y que no son una ONG ni un gremio; que por el contrario, poseen una cultura, un idioma y una forma de vivir diferente. No sea cosa que ahora a los mapuches se les ocurra acceder a una licencia de radiodifusión, ¿no?
Refresquemos la memoria. Allá por finales del 1800 Julio Argentino Roca comandó la mal llamada Campaña del desierto con el fin de conquistar el territorio en el que vivían varios pueblos aborígenes, entre ellos el Mapuche. El exterminio indígena fue prácticamente total y como resultado final los “ganadores” se repartieron la tierra arrasada. Como todo tiene que ver con todo vale recordar una de las tapas del año pasado de la Revista Barcelona que hacía referencia al conflicto entre el “campo” y el Gobierno Nacional y la triste historia de la