“Si bien peino unas canas, no aparento la edad que tengo. Si usted me dice cuánto tengo, le aseguro que no acierta. ¿Sabe cuánto? Así como me ve, 71 años. No lo parezco, ¿no? Soy Rambo. El secreto es seguir andando”.
De un vendedor ambulante montevideano a otro.