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28 octubre 2009

Las palabras sobran

¿Y qué pasa cuando las palabras no alcanzan para decir lo que uno quiere decir? ¿Y qué sucede cuando las palabras son escritas para que nadie las lea? ¿Y qué pasa cuando una palabra se amontona detrás de otra sin sentido aparente? ¿Y qué pasa cuando esas palabras sin sentido aparente de repente toman confianza y se animan a hablar?

Alguna vez un viejo zorro me dijo que las cartas del otro nunca van ser las que uno espera que sean. Y si bien él se refería a un juego de naipes es imposible que no piense en su dicho como una frase aplicable a la vida. Pero claro, nadie le dio a uno un libreto con el abc de qué es la vida. Ese guión cinematográfico está vacío y uno debe ir escribiéndolo poco a poco. Ese fue el desafío que tomé hace un tiempo: registrar en un cuaderno cosas que se me vayan ocurriendo, como una forma de escribir un libreto.

Hoy ese cuaderno Gloria anillado de tapas naranjas viaja de un lado a otro, desvencijado, percudido por su mendigar en una mochila, en un bolso, en un colectivo, en un auto o en un avión. Dentro de este cuaderno hay de todo: cuentos, poemas e ideas a medio escribir; desde hojas ahajadas, manchadas y hasta perdidas.

Qué triste destino el de este pobre cuaderno, cuántas ilusiones habrán caído en él cuando alguien lo compró. Pobre cuaderno, menudo escritor le tocó a su suerte. Podría haber sido testigo de las cuentas hechas en el aire por un verdulero, o podría haber sido también un excelente lienzo para los dibujos de un infante. Pero no, le tocó ser un simple cuaderno con palabras escritas al pasar por alguien que no siempre logra unirlas con cierta coherencia. Y bueno amigo, no todos tienen guardado un destino de gloria – qué chiste malo-.

Pero mírele el lado positivo, tal vez a un camarada suyo le haya tocado la suerte de caer en las manos de un furibundo escritor que no dejó ni un solo resquicio para ser escrito, cayendo así en desuso. ¿Habrá visto? Quizás otro camarada suyo está ahí en la gatera esperando a tener un dueño. Y usted en cambio tiene la suerte de estar vivito y coleando, medio ajetreado eso sí, pero con varias hojas en blanco listas para ser completadas.

Además, usted no se puede quejar. A ver, dígame: ¿cuántos cuadernos de su camada han conocido casi toda la Ciudad de Buenos Aires, la costa atlántica argentina, Salta, Jujuy y hasta España? No, no se puede quejar. Sus camaradas podrán decir que usted tiene varias páginas en blanco y que no tiene un dueño muy brillante que digamos, pero usted tiene varios kilómetros recorridos. Algo es algo, che. No se queje.

18 octubre 2009

¡Se viene el malón!

La tapa de La Nación de hoy nos advierte sobre un “avance” de los Mapuches en el Sur. Invasión, tensión, radicalización, enfrentamiento, disputa y ocupación son las palabras que utiliza el matutino para referirse al reclamo de ese grupo aborigen en la provincia de Neuquén. Ya sabe señora, usted está alertada; póngase los ruleros, busque su mejor cacerola y salga a la calle a protestar que se viene el malón.

La nota firmada por Luis Moreiro detalla la preocupación que despierta en algunos sectores empresariales de la provincia patagónica, fundamentalmente el turístico, el crecimiento de los reclamos de los mapuches. Así lo señalan las palabras de Carlos Sapag, empresario y hermano del gobernador de Neuquén. Respecto a la situación de los mapuches Don Carlos afirma: “Son activistas que cuentan con apoyo de las FARC y relaciones con Batasuna, el brazo político de la ETA”. Además, detractores de la Confederación Mapuche acusan a dirigentes de esta entidad de estar infiltrados por activistas de izquierda que pretenden escindir el territorio de la Argentina. Doña Rosa, ¡se vino el zurdaje!

Por su parte, Daniel Salazar, definido por el periodista como un combativo lonko – cacique – de Aluminé señala en la nota que el Estado debe reconocerlos como pueblo ya que fueron una Nación y que no son una ONG ni un gremio; que por el contrario, poseen una cultura, un idioma y una forma de vivir diferente. No sea cosa que ahora a los mapuches se les ocurra acceder a una licencia de radiodifusión, ¿no?

Refresquemos la memoria. Allá por finales del 1800 Julio Argentino Roca comandó la mal llamada Campaña del desierto con el fin de conquistar el territorio en el que vivían varios pueblos aborígenes, entre ellos el Mapuche. El exterminio indígena fue prácticamente total y como resultado final los “ganadores” se repartieron la tierra arrasada. Como todo tiene que ver con todo vale recordar una de las tapas del año pasado de la Revista Barcelona que hacía referencia al conflicto entre el “campo” y el Gobierno Nacional y la triste historia de la conquista del desierto.

12 octubre 2009

La historia que pudo ser

Cristóbal Colón no consiguió descubrir América, porque no tenía visa y ni siquiera tenía pasaporte.

A Pedro Alvares Cabral le prohibieron desembarcar en Brasil, porque podía contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas en el país.

Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas de conquistar México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.

Pedro de Alvarado rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia no pudo entrar en Chile, porque no llevaban certificados policiales de buena conducta.

Los peregrinos del Mayflower fueron devueltos a la mar, porque en las costas de Massachusetts no había cuotas abiertas de inmigración.

Eduardo Galeano en Bocas del Tiempo (2004).