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05 octubre 2013

01 octubre 2013

Estoy vivo gracias a la cumbia jujeña

Me levanté a las 5 de la mañana para subirme a un bondi que me llevará de Iruya a Humahuaca por un camino de cornisa. Será una hora de ascenso zigzagueante hasta los cuatro mil metros de altura. Un viaje en la oscuridad de la madrugada con el precipicio de una montaña como un paisaje que no se ve pero que está ahí.
 
Aparece el chofer del colectivo de línea: tiene cara de dormido. La gomina que le aplasta los rulos no disimula las marcas de almohada en su rostro. Este tipo se va a apoliyar en el medio del trayecto, todos vamos a ir a parar al precipicio y seremos tapa de los diarios locales.
 
Llega un grupo de pibes de una escuela de la zona. Se van de excursión. Cantan y se hacen chistes entre ellos. Chicos, vamos a ir por un camino de cornisa en medio de la noche, ¿se enteraron?
 
El chofer enciende el motor del bondi. Se acomoda en su habitáculo y sube el volumen del estéreo. A partir de este momento, las canciones del grupo K'Dencia tienen la responsabilidad de que el chofer no se quede dormido.