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28 junio 2013

Sonría, lo estamos filmando


El crimen de Ángeles está en boca del país. Sobre todo en los canales de noticias: machacan por cadena nacional al público con el asesinato de la adolescente. Que un sospechoso por acá, que un testigo encubierto por allá, que un video esclarecedor por el otro lado y así los conductores se pasan el santo día haciendo lo que mejor saben: hablar sin saber.

Hernán vino a arreglar la computadora. Mientras cambia la fuente conversamos de la vida misma. Primer tema de la mañana: el frío. Segundo: el crimen de la adolescente. 

—Todavía no puedo creer lo de Ángeles —y Hernán come un bizcocho—. Es terrible.

Asiento con la cabeza, le paso el mate.

Como casi medio del país, Hernán tiene un sospechoso en la mira.

—El que tiene una cara de loco es el padrastro de Ángeles. ¿Viste cómo abre los ojos? Para mi, él tiene algo que ver.

Pero Hernán no tiene pruebas.

—Para mi lo mejor es que haya cámaras por todos lados. Si pasa algo, está grabado. Porque sino, los delincuentes te matan.— y me devuelve el mate.

No le respondo. Se me queda mirando. Le ofrezco más bizcochos, se come un par y dice que no quiere más mate. Confirma que la computadora funciona bien y se va. Tiene que ir hasta Tigre. Quizás en el territorio de Massa una de las tantas cámaras de seguridad lo grabe mientras baja del bondi. 

14 junio 2013

Bienvenido a la selva

Un flaco de veintipocos está sorprendido por la ciudad Buenos Aires y su actividad nocturna. Son pasadas la medianoche y el 93 se mueve a paso de hombre por Las Heras, como si fuera plena hora pico.

— Acá son las doce y cuarto de la noche y no para de subir gente al bondi —le cuenta el flaco a un amigo que está del otro lado de la línea en Mar del Plata.

Está fascinado con Buenos Aires.

—Esta ciudad no duerme. No sabés lo que es: impresionante. Te tengo que traer para que vos lo veas. —le dice.

Sí. Buenos Aires es fascinante. Muchos de los que viven acá no se dan cuenta que esta ciudad tiene poco que envidiarle a otras capitales del mundo. Salvo por algunos detalles.

Porque Buenos Aires es la ciudad en la que 52 personas mueren aplastadas en una de las estación de trenes.

Porque Buenos Aires es vecina de un conglomerado donde otro tren, primo cercano del anterior, lleva a bordo a cientos de laburantes que pueden terminar en un hospital, si es que no van a parar a la morgue.

Porque Buenos Aires es la ciudad que se conmociona por el crimen de una adolescente y donde periodistas creen estar resolviendo desde un estudio de televisión con el morboso arte de acusar a alguien sin saber.

Porque Buenos Aires es la ciudad en la que los edificios crecen como hongos y de vez en cuando alguno se desploma como si estuviese construido con galletitas de agua.

Porque Buenos Aires es también la ciudad en donde el cajero automático de un banco o el puente de una autopista son el hogar de cada vez miles de personas.

Porque Buenos Aires es la ciudad donde algunos sonrientes políticos dicen desde un afiche tener la solución para arreglar lo que está mal, mientras que otros sonrientes políticos anuncian que tienen la fórmula para que todo siga igual de bien.


Mientras tanto, un marplatense se fascina ante los colectivos de la ciudad de Buenos Aires que van llenos a cualquier hora del día.