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23 mayo 2011

Todo depende del cristal con el que se mire


Si en Buenos Aires un grupo de indígenas de la Comunidad qom Navogoh acampa en plena city porteña los medios dicen que generan caos de tránsito en la zona. Si en Madrid un grupo de jóvenes “indignados” acampa en plena city madrileña los medios dicen que generan una demanda política genuina.

13 mayo 2011

No apto para morochos

Ella le comenta a su amiga que el boliche al que fue “está bueno porque no dejan entrar a menores de 21, ni a negritos”. Ella busca algo en su morral de cuero a muchos colores y se acomoda un par de mechones de su prolijo peinado corto.
 
Ella, chica de tez pálida y pecas abundantes, le cuenta a su amiga que un pibe el otro día la quiso levantar: “me contó que hace media hora que me estaba viendo y que se yo qué mas me dijo”. Su amiga le pregunta qué hizo. “Le dije que tenía novio y que estaba cerca”, replica ella su respuesta insípida.
 
Ella, con una mueca de fastidio, le dice a su amiga que el chico era feo y que “si fuese lindo hubiese sido otra cosa”. Ella se acomoda sus gafas made in director de cine y le comenta a su amiga lo “copadas que parecen las bicis amarillas de Macri” y que le gustaría subirse a una para “salir a pasear un rato”.

09 mayo 2011

Juventud, divino tesoro

Pitazo final. All Boys acaba de ganarle a River por 2 a 0 en el Monumental. Mientras tanto, en La Paternal seis amigos comentan las alternativas finales de un partido que vieron por la televisión. “Vamos All Boys, ¡carajo! River, te querés matar”, propina Guido de cara a la pantalla, al tiempo que un cronista entrevista al sonriente Nicolás Cambiasso, arquero y figura de los de Floresta. 

Aún quedaba una cita futbolística por delante: Independiente ante San Lorenzo. Sin embargo, la improvisada platea dispuesta en el departamento de Charly se fue despoblando. Diego, hincha de River adorador de Almeyda y detractor de Funes Mori, fue el primero en retirarse. Lo siguió el Colorado, simpatizante del Albo, quien había recibido el llamado de su novia diciéndole que la comida ya estaba casi lista y que lo esperaba para la cena. “Andate, pollerudo.”, propinó el Richard, mientras encendía un cigarrillo.

Los cuatro sobrevivientes de la jornada esperan en el balcón el comienzo del encuentro entre Diablos y Santos. Los temas de conversación del mientras tanto: las posibles vacaciones en la nieve de Charly, Guido y Chirlo (se había ido ni bien finalizó el primer tiempo entre River y All Boys), la campera de cuero que Richard había comprado “a muy buen precio” y el nuevo y coqueto longboard de Guido.

Salen los equipos a la cancha. Independiente necesita sumar de a tres para alejarse de la Promoción. En tanto, San Lorenzo navega en la mediocridad de una mala campaña que le permite encarar el duelo con la displicencia de no jugar por nada. Los cuatro plateístas se ubican nuevamente en su sus lugares. Charly, anfitrión de la velada, y yo, somos hinchas del Rojo. Richard, de Racing. 

El pobre primer tiempo no dejó mucho espacio para el comentario futbolero. Las flacas acciones del juego provocaron el reflorecimiento de anécdotas de la época en que no nos preocupábamos por la inflación, la cama del nene, la incipiente calvicie y demás pormenores de la vida cotidiana.

A pesar de un entretenido final de partido, el encuentro en Avellaneda terminó 1 a 1. Un empate que no le sirvió a nadie. Menos a Independiente, que empezó el año con la ilusión de volver a jugar la Copa Libertadores y ahora está sacando cuentas par ano irse a la B. Fin de la jornada futbolera.

Llegó el momento de las despedidas pertinentes en la puerta del edificio. Guido, con luz verde y sus 32 años sobre el longboard, cruzó Nazca y se perdió en la oscuridad de San Blas al grito de “¡Chau, putas!”. Richard enfiló para el lado de Jonte a la espera del 135. Charly dijo “nos vemos” y cerró la puerta de vidrio. Trascartón, me acomodé la bufanda y disparé hacia Camarones en busca del 47. Antes de llegar a la esquina el colectivo ya se estaba yendo. Atiné a correrlo, pero fue en vano. Me costó arrancar. Me estoy poniendo viejo.

07 mayo 2011

El bondi, la frenada y el efecto dominó



Estimado lector, tal vez usted haya sido víctima de la vieja y conocida frenada de bondi. Esta modalidad, lejos de pasar de moda está más vigente que nunca entre los choferes del siglo 21.

Claro que no se trata de un estilo pensado para fastidiar al viajero desprevenido que debe hacer lo imposible para no irse de boca al piso. Sino que se trata de una marca identificatoria de todos los colectiveros que se precien de serlo.

Ahora bien, ¿cómo hacer para que una frenada de bondi no provoque el inevitable efecto domino entre los pasajeros que están de pie? No existe un abc para contrarrestarla, pero desde este humilde espacio virtual proponemos un método infalible.

Como primera medida, estimado lector, deberá usted muñirse de dos elementos para la empresa: algodón (también pueden utilizarse esas bolsitas con aire) y cinta adhesiva, de papel, preferentemente. Antes de iniciar un viaje en colectivo usted deberá pararse delante del espejo de su casa y literalmente envolverse en algodón, ayudándose con la cinta de papel. La misma permitirá fijarla a su cuerpo.

Siendo usted ahora literalmente una oveja, al momento en que un colectivero amigo ponga en funcionamiento la frenada de bondi usted no tendrá que preocuparse con nada. Gracias al método propuesto, el posible efecto dominó no le causará ningún magullón. A lo sumo, si usted se envuelve con bolsitas para elementos frágiles, generará bastante ruido al momento de chocar con otros pasajeros.