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04 enero 2014

¿Ya volvió la presidenta?

El hombre se acerca arrastrando los pies, atropellando las hojas secas de la plaza. El pantalón deportivo negro le hace ruido al caminar. La campera, también deportiva y negra, no hace juego con la ola de calor que los medios anticipan que está por volver.
—¿Sabe si vino hoy el placero?—pregunta el hombre.
—Ni idea. Recién llego y por el momento no lo vi.
El hombre se aplasta el pelo blanco peinado hacia atrás y se acomoda los anteojos de sol.
—Allá encontré una jeringa y algodón —señala la cancha de bochas—. Si lo llega a encontrar un chico, pobrecito de su vida.
Sin tiempo a réplica, el hombre continúa el monólogo.
—Voy a poner un cartel que encontré un manojo de llaves. Seguro que es de algún vecino.
No le respondo. Al hombre parece no importarle el silencio.
—¿Sabe si la presidenta ya volvió?
Niego con la cabeza.
—Ah, sigue en el Sur—apunta el señor—. Bueno, ya vendrá.
El hombre se vuelve a acomodar el pelo, saluda con la cabeza y se aleja con un Clarín bajo su brazo izquierdo. A los pocos metros se detiene, se acerca a un matrimonio que juega con su hija de unos dos años y conversa con ellos durante un par de minutos. El hombre los despide levantando su mano derecha y se va arrastrando los pies.