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23 agosto 2013

Yo quiero mi pedazo

El pibe se encuentra por casualidad a la amiga en la parada del bondi. Intuye que ella puede conseguirle lo que no encuentra desde hace días.

—No hay por ningún lado —dice él.
—A veces pasa —contesta la amiga.
—¿Vos tenés algo?
—Puedo conseguir un poco. A mi marido le cabe, así que puedo tener.
—Joya. Es que no se consigue por ningún lado— repite él.
—Sí, a veces pasa.

El pibe mira hacia atrás dos veces para asegurarse que nadie esté escuchando la conversación. Ella, sentada en el banco del refugio espía si viene el bondi que la deja frente al Banco Provincia.

—¿Cuál era tu timbre?—quiere saber el pibe.
—Segundo A.
—¿A qué hora puedo pasar?
—Y, venite a la una y media— y enseguida se corrige—. Mejor a las dos de la tarde.
—Joya. Paso a las dos. Nos vemos.

El pibe se aleja con las manos dentro de los bolsillos del camperón de River para combatir la ola polar. Ella espera un par de minutos más el bondi. Sube al 93. Se acomoda en el asiento y llama al marido.

—Hola, mi amor. ¿Hoy lo ves al tipo este? Tengo un amigo que también quiere.
Del otro lado de la línea la idea no agrada.
—Es un amigo del barrio. Está todo bien. Quiere un 25.

Vía Ciudad Pintada