Pages

31 octubre 2010

El payaso sin onda

Plaza Almagro. Domingo por la tarde. Un niño subido a su bici roja es abordado por un payaso de poca monta, quien, en un intento de ganarse su simpatía, inquiere alguna pavada sobre el vehículo colorado. Tras su fracaso, el seudo Firulete vuelve a la carga y le pregunta al infante dónde está su madre.

El niño, a regañadientes, señala a su progenitora al otro lado de la plaza. El saltimbanqui le pide prestada al chico su bicicleta, se sube a ella y, haciéndose el gracioso, va hacia la madre diciendo que "la bici le queda chica".

Al llegar, el yosapa pregunta si por la módica suma de tres sólidos pesos argentinos quiere un perrito de globo para su hijo. Tras la negativa de la señora, el hombre fue en busca de un nuevo niño. Repitiose la situación en cuatro ocasiones, todas ellas negativas. Ya casi sin esperanzas de vender un animalejo de globo, el payaso se retiró de la plaza en busca de nuevo público.

¿Dónde quedó el payaso de plaza cuyo único fin era hacer reír a grandes y chicos? ¿Acaso este sistema despiadado nos ha quitado hasta el espíritu de un noble payaso? ¿Qué dirían un Piñon Fijo, un Plin Plin o el trío Gaby, Fofó y Miliki?