Fragmento de una de esas conversaciones que se escucha una mañana cualquiera durante un viaje en colectivo.
- ¿No sabés cómo murió el viejo del corralón? - inquirió el señor de bigotes oriundo de Chivilcoy.
- No. Sé que falleció. - contestó atónita la señora.
- Murió enviagrado. - contó con soltura el hombre devenido en informante.
- ¿Cómo? - repreguntó la aún más sorprendida señora.
- Sí. Se le fue la mano con las pastillitas del Viagra y le falló el corazón. - describió con precisión forense el señor.
- ¿No sabés cómo murió el viejo del corralón? - inquirió el señor de bigotes oriundo de Chivilcoy.
- No. Sé que falleció. - contestó atónita la señora.
- Murió enviagrado. - contó con soltura el hombre devenido en informante.
- ¿Cómo? - repreguntó la aún más sorprendida señora.
- Sí. Se le fue la mano con las pastillitas del Viagra y le falló el corazón. - describió con precisión forense el señor.