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21 agosto 2012

Del otro lado del escritorio


— Si quieren subir no van a poder: está cerrado. — dice la mujer abrigada con un camperón negro detrás del escritorio y en pocos segundos derrumba nuestra intención de espiar la Plaza San Martín desde el mirador de la Torre de los ingleses.

Podría llamarse Gladis o Flora, como aquel personaje de Antonio Gasalla que desde la recepción de un edificio público atendía de mala gana a quien se cruzara por su camino. Esta señora no está sola. Un encargado de seguridad la acompaña. Al parecer su pasatiempo favorito son los crucigramas y se rasca la cabeza pensando esa palabra que le falta para completar otra revista.

— ¿Por qué no se puede subir? — pregunto viendo la puerta abierta del asecensor.
— No están dadas las condiciones de seguridad. Desde el 2006 que no funciona porque descubrieron que no hay escalera de emergencia. Sólo está esa escalerita marinera que ven ahí y se imaginarán que por ahí nadie puede escapar.
— ¿Y está pensado hacer algo para que se pueda acceder?
— No creo.
— Qué lástima.

En el interior de la torre de Retiro hoy funciona el Centro de Informes de Museos del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero sin poder subir hasta la cima, la torre pierde su gracia.

La señora detrás del escritorio está molesta con su trabajo y se nota a la legua.

— Nosotros hacemos nuestro trabajo lo mejor posible. — apunta la empleada porteña. — Si viene Macri te mira de arriba, pero a nosotros no nos reconocen.

Nos quedamos escuchando su descargo.

— Los negocios personales si los hacen bien. Pero no nosotros no podemos tener ni una concesión. — se sigue quejando la mujer. — Este país algún día va a cambiar: cuando la gente vote bien.

Nos despedimos agradeciendo la información brindada y le deseamos suerte. Detrás nuestro llega una pareja de brasileros también con la intención de visitar la torre. Allí, espera la empleada quien les dará la mala noticia.