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12 marzo 2013

Inflación para todos (y todas)

Un irlandés, un portugués y una argentina from Boedo conversan en inglés en el patio de un hostel de Colonia. El lusitano exhala el humo de su cigarrillo y cuenta que en Buenos Aires algunas cosas están más caras que en su país. Todo menos el transporte: “Lo barato son el subte y los colectivos”. “Decimelo a mi que vivo en Buenos Aires todo el año”, le responde la chica con la cara colorada tras una jornada soleada.

El irlandés no tiene nada que decir sobre el alza de los precios. Él todavía no conoce Buenos Aires, pero cambia el tema de la conversación y pregunta si lo que se habla en Argentina es lo mismo que en España. La chica es terminante: “No. Nosotros hablamos castellano”. La respuesta parece no haberle satisfecho. Esperaba una ampliación. Pero eso no sucede y se queda callado.

Hay un bache en la conversación. 

El portugués sigue fumando. Su pelada brilla.

Continúa el silencio.

La chica se acomoda su colorida pollera de bambula y se recoge el pelo. La cara está más colorada de lo que parecía. Se tomó todo el sol que pudo en un sólo día. El portugués no tiene marcas: su pelada está intacta; más blanca que un papel.

Sin que le pregunten, la chica retoma la charla. Le cuenta a ambos que está ahorrando para viajar por España y por Portugal. El portugués dice que Lisboa es baratísimo, salvo por los alquileres de los departamentos y que por eso él vive a las afueras de la ciudad. El pelado es un ministro de economía. Le advierte a la chica de Boedo que Madrid es parecida a Buenos Aires, pero más cara que Lisboa.