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02 febrero 2015

La nota azul

Toma su vaso de whisky con la mano derecha, se para y se acerca al ventanal. Ahí afuera, las copas de los árboles se revolean de un lado al otro. En el amplio living de su departamento hay olor a lluvia. Hace tiempo que no se siente tan lleno, tan completo. Como si hubiese rejuvenecido un par de décadas y volvieran los años dorados.

Un relámpago ilumina de la calle desierta en la medianoche de un lunes de verano. En apenas unos segundos el repiqueteo de la lluvia contra los vidrios se hace más fuerte. La trompeta de Miles copa el aire del ambiente, se abraza con el solo de batería y entre ambas hacen bailar al piano y al contrabajo. Ahora, Miles acelera el paso de su trompeta y llega a lo más alto de la nota. Él cierra los ojos y lo imagina soplando a más no poder: los cachetes del negro inflados en todo su esplendor. Se sonríe porque es una de sus canciones favoritas y porque todo el país habla de la misma muerte. Sabe que algo de todo eso que pulula en la radio, la televisión y los diarios se debe a su mano invisible.