En el mundo massmediatizado en el que hoy nos toca vivir, aquellos que se encargan de generar los productos de la industria cultural están abocados a aprovechar al máximo sus posibilidades. Eso no es una novedad. En definitiva buscan sacar la mayor ganancia y es por eso que se valen de lo que tengan a su alcance para lograrlo.
¿A dónde quiero llegar con esta introducción sacada del manual del comunicólogo latinoamericano? El punto es el siguiente. Los productores ponen dinero para la creación de una mercancía mediática, podemos colocar como ejemplo a una película. Ahora bien, quién apostó su dinero en la producción cinematográfica va a querer recuperar la plata invertida y es por eso que va a gastar un billete extra para instar al público a ir al cine y ver el film.
Las maneras de promocionar una película son varias. Desde los avances cinematográficos que son exhibidos en la pantalla grande, hasta las promociones en los diversos medios de comunicación.
Desde hace unos años existe una nueva joya a ser explotada. Se trata de las bandas de sonido de las películas. Los soundtracks (tal como lo catalogan las disqueras) se han convertido en otro de los elementos metatextuales de los films. El fenómeno ha crecido desde hace poco más de una década. Hoy por hoy cualquier película que se encuentra en cartelera, más allá de su calidad artística, tiene su correspondiente banda de sonido.
Una de las razones de dicha situación se encuentra en algo que ya hemos mencionado anteriormente. Hoy por hoy los medios se han convertido en grandes difusores de manifestaciones artísticas. Eso es insoslayable. Desde las buenas hasta las malas películas encuentran eco en el ancho y basto mundo de los medios de comunicación.
Tan extensa es la red que para poder acaparar la totalidad de la misma es necesario tejer enlaces con puntos que en otras épocas estaban distantes. Es así como una película también se promociona con un disco que repasa los temas que se encuentran en el film.
Adquirir las bandas de sonidos de las películas es en definitiva hacerse cargo del lugar que ocupan hoy muchas de las piezas artísticas que circulan por el mundo cinematográfico: son mercancías. Seguramente no faltará mucho tiempo para que surja alguien que diga exactamente lo contrario. No es ni bueno ni malo, es lo que sucede.
Me hago cargo de lo que me toca y es por eso que cuando una película me gusta trato de hacerme con su banda de sonido. Ese es el caso de la película de Michel Gondry Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Más abajo podrán ver el trailer del film, de fondo suena la Electric Light Orchestra con Mr. Blue Sky. Que dicho sea de paso forma parte del soundtrack de la película.
¿A dónde quiero llegar con esta introducción sacada del manual del comunicólogo latinoamericano? El punto es el siguiente. Los productores ponen dinero para la creación de una mercancía mediática, podemos colocar como ejemplo a una película. Ahora bien, quién apostó su dinero en la producción cinematográfica va a querer recuperar la plata invertida y es por eso que va a gastar un billete extra para instar al público a ir al cine y ver el film.
Las maneras de promocionar una película son varias. Desde los avances cinematográficos que son exhibidos en la pantalla grande, hasta las promociones en los diversos medios de comunicación.
Desde hace unos años existe una nueva joya a ser explotada. Se trata de las bandas de sonido de las películas. Los soundtracks (tal como lo catalogan las disqueras) se han convertido en otro de los elementos metatextuales de los films. El fenómeno ha crecido desde hace poco más de una década. Hoy por hoy cualquier película que se encuentra en cartelera, más allá de su calidad artística, tiene su correspondiente banda de sonido.
Una de las razones de dicha situación se encuentra en algo que ya hemos mencionado anteriormente. Hoy por hoy los medios se han convertido en grandes difusores de manifestaciones artísticas. Eso es insoslayable. Desde las buenas hasta las malas películas encuentran eco en el ancho y basto mundo de los medios de comunicación.
Tan extensa es la red que para poder acaparar la totalidad de la misma es necesario tejer enlaces con puntos que en otras épocas estaban distantes. Es así como una película también se promociona con un disco que repasa los temas que se encuentran en el film.
Adquirir las bandas de sonidos de las películas es en definitiva hacerse cargo del lugar que ocupan hoy muchas de las piezas artísticas que circulan por el mundo cinematográfico: son mercancías. Seguramente no faltará mucho tiempo para que surja alguien que diga exactamente lo contrario. No es ni bueno ni malo, es lo que sucede.
Me hago cargo de lo que me toca y es por eso que cuando una película me gusta trato de hacerme con su banda de sonido. Ese es el caso de la película de Michel Gondry Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Más abajo podrán ver el trailer del film, de fondo suena la Electric Light Orchestra con Mr. Blue Sky. Que dicho sea de paso forma parte del soundtrack de la película.