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30 octubre 2006

El que no afana es un gil


Son pocas las canciones que puedan perdurar con el paso del tiempo, que resisten el paso de las hojas del almanaque. No existen tantos personajes que logren captar con precisión la esencia de un momento determinado de la historia. Más complejo aun es encontrar obras que perduren en el tiempo como una huella imborrable de la realidad cotidiana de una sociedad.

Enrique Santos Discépolo es uno de esos tipos que logró capturar una descripción casi perfecta de la realidad argentina. Cambalache es un tango compuesto en el año 1935 y su lírica recorre los pasos de una sociedad corrompida, irrespetuosa, en donde da lo mismo un burro que un gran profesor. Su letra es una clara referencia a la llamada década infame y es tan actual hoy como en los años treinta.

Ese viejo tango compuesto hace más de setenta años retrata como es la sociedad argentina. Si me apresuran les diría que el Himno Nacional debería ser reemplazado por esta composición magistral. ¿Qué otra pieza musical podemos encontrar que nos represente con tal exactitud?

Discépolo era un visionario, de eso no caben dudas. “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé/ ¡En el quinientos seis y en el dos mil también!”, versa el tango. Un genio. Ante esa simple frase no queda otra que quitarse el sombrero y aplaudir.

Cambalache en la voz del uruguayo Julio Sosa.