Masca chicle con fuerza. Con ganas, como si fuese la última
vez en su vida que masca chicle. Suena el teléfono. El timbre retumba dos,
tres, cuatro veces. Deja de pintarse las uñas y atiende. Le preguntan si esa es
la oficina de Rentas y contesta que no. Del otro lado de la línea le inquieren
si sabe cómo comunicarse con esa dependencia. Le dice que espere un momento. De
fondo se escucha el sonido del chicle en proceso de mascado. Tras un par de minutos, le dice
a qué teléfono tiene que llamar. Corta. Sigue mascando chicle y pintándose las
uñas de un estridente color fucsia.